Utilizziamo i cookie essenziali per l'utilizzo del sito web e miglioriamo la tua esperienza. Comprendiamo la tua accettazione seguendo il web Di Più | Accettare
Cuerpos viscosos de blandiblub desbordándose en voluptosidades fellinianas, o con miembros de apariencia deshuesada. Así son los seres esperpénticos pintados por Simón Vázquez, engendros que escenifican patrañas políticas, avidez carnal, codicia mediática.
Guiños a los éxitos recientes de Hollywood y alusiones a los múltiples escándalos divulgados por los noticiarios se imbrican con humor lisérgico en sus gags visuales. Se mezclan en su estética el cartelismo, el cómic más visceral, tipografías que despliegan calambures y otros juegos de palabras, sombras amenazadoras importadas de la novela gótica y del cine expresionista.
En su quehacer ecléctico y sin concesiones al “buen gusto” resuena el espíritu transgresor del cómic underground de los años sesenta. Él mismo cita a Robert Crumb como uno de sus referentes, a quien coloca en el mismo radio de influencias que a Manolo Valdés y Alberto Giacometti. La ironía del primero y la angustia existencial del segundo se exacerban respectivamente en las escenas de grotesco vodevil de nuestro artista y en sus cabezas expresionistas en bronce, por cuyo aspecto apergaminado parecen caricaturas de retratos funerarios.